El aire la vela, vela. El aire la está velando

El aire la vela, vela. El aire la está velando
Parecen dormidas en el pajonal... pero no lo están.

14 oct 2008

todo esto de los vampiros lo encontre en una pajina que se llama ESOS MONSTRUOS QUE TANTO NOS ASUSTAN... La Medicina y el Cine de Terror (II)






  - Otros muchos asesinos han sido definidos como vampiros por su atracción por la sangre. Brevemente podríamos citar a Martin Dumollard que mató a varias mujeres en Francia en 1861 y se bebió su sangre; también en Francia en 1878 Joseph Vacher se bebió la sangre de una docena de sus víctimas; en Italia Vincenzo Verzenia asesinó a dos mujeres para beber su sangre y Eusebius Pleydagnelle mató a seis mujeres por el mismo motivo; en Polonia Stanislav Modziellewski y Juan Koltrun, el llamado "Vampiro de Podlaski", obtuvieron fama porque bebieron la sangre de sus víctimas; el argentino Florencio Roque Fernandez; en la década de los 70 fueron descubiertos el milanés Rantao Antonio Cirillo y Richard Trenton Chase, "El Vampiro de Sacramento", que según dijo necesitaba beber sangre para renovar la suya; la californiana Deborah Finch en 1992 que ingirió la sangre de su víctima tras un supuesto pacto suicida; el conocido John Crutchley que, entre otros asesinatos sangrientos, mantuvo en 1985 prisionera a una de sus víctimas para poder beber su sangre poco a poco; Marcello de Andrade que mató en 1991 a 14 jóvenes en Río de Janeiro para rejuvenecerse con su sangre; tenemos a Magdalena Solís, una mujer mexicana que desarrolló una psicosis teológica al creerse una diosa y organizó un culto pseudoreligioso y orgiástico con sacrificios humanos que terminaban bebiéndose la sangre de sus víctimas; James Riva, que fascinado por los vampiros desde los 13 años, mató a su abuela en 1980 para beber su sangre como método defensivo, pues creía que era una vampira que se alimentaba de él mientras dormía...
  Por desgracia la lista es larga y podríamos continuar con el famoso Fiedrich Haarman "El Vampiro de Hannover" y seguir con Wayne Boden "El Vampiro Violador", Nicolas Claux "El Vampiro de París", etc... así como otros que han sido apodados vulgarmente por la gente o mayormente por los medios de comunicación como "vampiros" o "dráculas"...
  - Han existido también fraudes vampíricos en los asesinos en serie; el ejemplo más llamativo es el de John George Haigh, apodado como "El Vampiro de Londres", que utilizó la imagen del vampiro para crear el terror en la mente de las personas y, pese a que no se encontraron evidencias de que bebiera la sangre de sus víctimas ni de que actuara bajo ningún tipo de compulsión por ella, alegó el vampirismo para que le declararan incapacitado mental cuando lo arrestaron en 1949.
  - Es de destacar que la psiquiatría se ha interesado por estos casos de conducta anormal donde hay una necesidad compulsiva de sentir o ingerir la sangre, existiendo o no el autoengaño creencial de ser un vampiro. Muchos han sido diagnosticados como psicóticos o esquizofrénicos, aunque otros han definido su enfermedad como lo que podría encuadrarse en el llamado "vampirismo clínico" y que se ha intentado renombrar como Síndrome de Rensfield, en referencia al personaje enfermo mental y siervo de Drácula que aparece en la obra de Stoker, un comedor compulsivo de moscas y arañas cuyo fin era el de absorberles su fuerza vital.
  Pese a que este síndrome no está establecido ni aceptado completamente por el mundo médico, el psicólogo Richard Noll, en su libro "Bizarre Diseases of the Mind" (1990), dice que suele producirse con mayor frecuencia en los varones, e intenta establecer una serie de fases en su desarrollo: 1) Infancia: el primer estadío suele producirse durante la infancia, cuando el niño se ve involucrado en un incidente sangriento en el que descubre la excitación de la sangre; 2) Autovampirismo: donde descubre el placer que le provoca la visión o el sabor de su propia sangre; 3) Zoofagia: donde pasan a probar la sangre de animales, siendo especialmente atraídos por los denominados animales de compañía; y 4) Vampirismo clínico: es el estado más avanzado del síndrome, en el que pasa a ingerir voluntariamente la sangre de otros seres humanos mordiendo a las víctimas por placer, lo que les proporciona una enorme satisfacción hasta llegar al éxtasis, ya que el sabor de la sangre actúa para ellos como si fuera una droga.
  - Aunque ya hemos comentado antes que en el capítulo correspondiente estudiaríamos a los psicópatas criminales, para poner el punto psiquiátrico final al tema que nos ocupa, no debemos olvidarnos de destacar a un "vampiro" que surgió recientemente influenciado de forma directa por el cine. Hablamos de Allan Menzies, un joven escocés de 22 años adicto al cine y que se obsesionó con la película "Queen of the Dammed" ("La Reina de los Condenados") de Michael Rymer (2002), según declaró posteriormente a su detención tras matar a Thomas McKendrick (un amigo de 21 años que le facilitó la película por primera vez), vió la película más de cien veces durante ese mes y al final hizo un pacto con Akasha, la vampiresa interpretada por la fallecida cantante estadounidense Aaliyah, para que le convirtiera en inmortal si mataba a alguien. Cuando un día su amigo se burló e hizo comentarios sexuales sobre la actriz, Allan se abalanzó sobre él, le asestó 42 puñaladas y le destrozó la cabeza con más de 10 martillazos; finalmente se bebió su sangre y se comió parte de su cerebro. Durante el juicio no se mostró arrepentido en ningún momento e insistía en haberse convertido en un vampiro inmortal; el juez dictó sentencia el año 2003 condenándolo a cumplir al menos 18 años en prisión sin posibilidad de salir en libertad condicional, opinando que era "un demonio, violento y altamente peligroso, no apto para estar en libertad". 

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Finalmente, para terminar y para quitarnos de los labios ese regustillo desagradable que podría dejar el tema, nos gustaría acabar con unas interesantes opiniones de Voltaire extraídas de su "Diccionario filosófico" (1764): "¿Cómo? ¿En nuestro siglo dieciocho han existido vampiros? (...) Estos vampiros eran unos muertos que salían de noche de sus cementerios para chupar la sangre de los vivos, ora del cuello, ora del vientre, después de lo cual regresaban a sus fosas. Los vivos chupados adelgazaban, palidecían, se consumían, y los muertos chupadores engordaban, su tez adquiría un tono rosado; eran del todo apetecibles. Sucedió en Polonia, en Hungría, en Silesia, en Moravia, en Austria, en Lorena; allí los muertos eran así de apreciados. No se oía hablar en absoluto de vampiros ni en Londres, ni tan siquiera en París. Confieso que en ambas ciudades existen agiotistas, restauradores, hombres de negocios que chupan, a plena luz del día, la sangre de la gente, pero, aunque corruptos, no están en absoluto muertos. Estos auténticos chupadores no habitan en cementerios sino en agradabilísimos palacios"...

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