31 mar 2013
Si ves la tristeza pasar bajo mi ventana, ponele esa escalera que vos mismo construíste para facilitarle la entrada.
Escribe Pascal Quignard: “La morada de los ruidos y sonidos delimita en el espacio una delgada película circular celeste, cuyo espesor es inferior a la centésima parte del radio de la tierra. Este envoltorio incluye:
1) la superficie de las tierras que emergieron de las aguas;
2) una fracción de profundidad de los mares;
3) la región aérea que rodea a estos dos elementos. “El conjunto de sonidos propios de los vientos, volcanes, océanos y la vida que surgió en las tierras que emergieron de las aguas es de una diversidad tal que impuso un canto específico a todos los oyentes del mundo.
“La morada de las voces animales en el mundo es delgada. “La morada de las lenguas humanas en el mundo es minúscula.. (…) “El fascismo se vincula al altoparlante. Se multiplicó con ayuda de la ‘radio-fonía’. Luego fue relevado por la ‘tele-visión’. (…) “La música, desde la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un sonido no deseado, un noise, para retomar una antigua palabra de nuestra lengua.
“Incluso los reservorios de silencio que constituían los espacios de oración en el mundo occidental, particularmente las iglesias y las catedrales cristianas de rito católico, fueron dotados de bandas sonoras que buscan acoger al visitante y evitarle la angustia del silencio y también, lo que es más paradójico, arrancarlo de la posibilidad de la plegaria”
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