El aire la vela, vela. El aire la está velando

El aire la vela, vela. El aire la está velando
Parecen dormidas en el pajonal... pero no lo están.

25 nov 2012

Despedasado por mil partes



Me sorprendió encontrar el jardín resplandeciente después de la lluvia, y me fui escondiendo entre sus glicinas y jazmines, jazmines azules y blancos entremezclados, con perfume fatal. Dicen que este jazmín azul y blanco es la más venenosa de las flores. Yo tenía dos miedos.

El miedo de quedarme atrapada en el pasado, que es un castillo tan hermoso y feliz. 

Allí vagan amores míos como Dante, como Proust, como Borges, como Olga Orozco con sus sombríos ojos verdes, como Alejandra con sus pájaros húmedos…

A ese miedo se agregó, al venir a Agua de Oro, otro muy novedoso. Todo empezó cuando conocí a Polka, la perra filósofa, belga, negra y dulcísima que me legó su dueña anterior.

Nuestras charlas con Polka ya las he reproducido, cuando conté el día de su muerte.  

Después, busqué otra vez un consuelo canino, y conseguí a alguien adorable: Topita -le puse el nombre de una perrita de mi infancia. Topita, en muchos sentidos, es la cara más oculta de Polka, esa ternura que Polka, tan seria a pesar de su dulzura, sólo dejó entrever en su enfermedad y en su muerte.

Topita es rubia, de ojos dorados que se ponen verdes cuando está nublado -”ojos color del tiempo”-; es parecida a un bambi y corre y camina con exquisita coquetería: es una “chica” algo frívola, extremadamente cariñosa, que bebe mi café por la mañana -unos sorbitos de café…

 

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