Los cánones o patrones de belleza, variables y pasajeros, han respondido a motivos sociales y económicos. Así, por ejemplo, las mujeres ricas de antaño debían ser gordas para demostrar que no tenían por qué trabajar y que comían abundantemente. Hoy día, en los países desarrollados, la obesidad es considerada una especie de epidemia que provoca miles de muertes debido a enfermedades derivadas del exceso de peso. Y eso no vende. Lo que hoy tiene éxito y se vende es un cuerpo delgado, ágil y esbelto que demuestre a los demás que puede consumir alimentos escogidos y tiene tiempo suficiente para ir al gimnasio o hacer deporte. Siempre ha habido motivos ocultos detrás de cada prototipo de belleza: si se quiere incrementar el índice de la natalidad el ideal de belleza se forma con caderas anchas y pechos grandes; si se quiere ostentar la condición de clase social dominante se muestra la gordura en tiempos de hambruna o crisis; si se quiere mostrar cuidado de la imagen, selección de alimentos, exaltación de la juventud, o cuerpos delgados, casi infantiles; si se quiere mostrar dinamismo, fortaleza física, aventuras y exploraciones varias se presenta un cuerpo más musculoso y una tez más curtida.
Estos tres primeros modelos se han alternado en la historia, aunque quizá por distintos motivos y con leves variantes. El último es una variante del tercero, del contemporáneo, igual que existen otras variantes como el de la belleza tecnológica. Existe un modelo más, el postmoderno. El modelo postmoderno parece haberse liberado de la estética para transformarse en bienestar físico, mental, intelectualidad y educación en valores. No obstante, el modelo postmoderno no se ha impuesto en la publicidad. El canon de belleza femenino tiene una fórmula clave: el culto a la imagen.
Se trata de una figura esbelta, altura superior a la media, apariencia deportiva sin incurrir en lo atlético ni excesivamente musculoso, piel tersa y bronceada, ojos grandes, nariz pequeña, boca grande y labios gruesos, medidas publicitarias (90-60-90), senos firmes, simétricos y sólidos, vientre liso, pelo largo (a partir de los 50 también corto), piernas largas y torneadas y, sobre todo, tener menos de treinta años. La eterna juventud se ha impuesto en la estética: la figura firme, la forma intacta y el resto de la vida por delante para cumplir los grandes sueños. Éste es el patrón del siglo XXI del que se beneficia el mercado. El ideal de belleza masculino destaca la importancia del ejercicio físico para conseguir el arquetipo, como había hecho el mundo clásico de Grecia, de modo que la estatura superior a la media, el cabello abundante, la frente ancha, los pómulos prominentes, la mandíbula marcada, las extremidades y el tronco levemente musculosos, la espalda ancha y las piernas largas y deportivas no difieren excesivamente del canon propuesto por el Discóbolo de Mirón.(http://sexualidad.wordpress.com/2006/11/06/el-canon-de-belleza-a-traves-de-la-historia/)
Primero llegó el corset de varas rígidas y largos cordones que entrelazados marcaban la cintura y enfatizaban el busto como la parte más llamativa del cuerpo. Luego, en 1913, apareció el primer sujetador y en los cuarenta la minifalda que provocó críticas, protestas y hasta la desaprobación del Vaticano. Las medias panty también desataron escándalos y ni qué hablar del bikini que dejó al descubierto por primera vez las curvas. Alo largo de las décadas los genios del diseño han inventado una serie de prendas que rompieron el esquema en el mundo de la moda y se quedaron como artículos esenciales en el diario vestir del hombre y la mujer de hoy.
LA MODA
En un tema tan interesente como son “los cánones de belleza a lo largo de la historia” y con tanto material que en mayor o menor medida tiene que ver con él, creemos importante dedicar un apartado a la “moda, modelos y pasarelas”. Ya que es la moda, una vez implantada la que marca el canon de belleza vigente en cada momento, ya sea moda en cuanto a maquillaje, peinado y calzado, como la moda propiamente dedicada a la vestimenta. Son las modelos las que nos muestran la moda que se lleva, con las que en muchas ocasiones intentamos identificarnos. Y finalmente es en las pasarelas donde podemos observar a estas modelos con todas las tendencias que cada vez más intentamos hacer nuestras.
Según la RAE, la moda es “una costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos”.
Otro concepto de moda: “moda son los gustos pasajeros que condicionan costumbres y tendencias en cualquier aspecto de la vida, aquello que tiene la atención general centrada en sí”.
En cada momento de la historia se cree que la moda que se lleva es la más adecuada, la mejor y definitiva, esto es así porque lo que se lleva, lo que vemos diariamente por la calle, nos parece siempre lo más favorecedor.
La moda va cambiando a la par que evoluciona la sociedad. Aunque a veces no nos demos cuenta, está presente en cada aspecto de nuestra existencia.
Podemos pensar que las modas son un intento de igualar las diferencias existentes en la gente, ya que como seres humanos la desigualdad no nos gusta, necesitamos sentirnos integrados en el entorno.
Aunque podríamos analizar lo que estaba en auge en cada cultura y momento desde que el hombre existe, la moda propiamente dicha se conformó desde el s. XIV. Apareció como un instrumento aristocrático de diferenciación de grupos, de clases, y también como instrumento de embellecimiento personal. Su primera y más importante función fue en el ámbito de la indumentaria y desarrolló toda la fuerza emocional de los iconos y los símbolos.
La importancia que el hombre moderno ha dado progresivamente a la apariencia fue la causa del desarrollo de las modas.
En la historia de la moda aplicada a la indumentaria, 3 etapas son señaladas por los expertos:
- Aristocrática, siglos XIV y XIX, la moda es utilizada para distinguir la calidad de las personas socialmente hablando y era un instrumento de poder.
- Burguesa, desde principios del s. XIX hasta los años 20 del siglo XX. La alta costura que nace en esta etapa, servía a las elites de instrumento diferenciador. La moda difunde en todo el mundo, comportamientos, emociones y modelos de vida.
- Consumista, se inició durante los años veinte del s. XX. En este tiempo no seguir la moda lleva a la exclusión social.
Los jóvenes ya no pueden ni imaginarse una vida sin moda.
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