La misteriosa señora me habita muchas veces cuando escribo, mas sólo cuando escribo; nunca me persigue en el mundo real.
Aunque sus meditaciones a veces se parezcan a las mías, cuando estoy muy triste.
He escrito en primera persona sobre otros sujetos; he escrito en primera persona sobre asesinos y violadores y sobre enfermos de soledad y sobre gente que busca compañía estrafalaria. A menudo mi personaje es un hombre, pero cuando hablo de juego, siempre es una mujer, y que se me parece.
Las cartas están echadas… -no sé qué estoy diciendo, francamente.
He tenido también adicciones que quizá disfrace con una que no tengo.
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