13 ene 2013
los que caen
Ahora que me voy a mudar, observo cada milímetro de la casa que dejo como si la estuviera edificando, edificando más bien su destrucción, y acaso cómo quedará sin mí.
Alguien muy secreto, muy futuro o tal vez muy antiguo encontrará mi sombra sobre una pared; alguien, en esa sombra, escuchará mi silencio y leerá mis palabras, descifrará la música que tuve.
Al fin ese habitante que vendrá desde lejos entenderá mi razón y mi debilidad. Dirá que yo fui una mariposa con las alas juntas que durmió tanto que despertó siendo yo misma, como en el cuento pero al revés.
El cuento que menciono -que Borges y Bioy Casares recogen en Antología de la literatura fantástica- asegura que cierta persona cuyo nombre no recuerdo soñó que era mariposa, y al despertarse no sabía si era un hombre que había soñado ser mariposa, o una mariposa que estaba soñando que era un hombre.
Explicación
Pero, como todo esto surgió a partir de que me tengo que mudar -otra vez-, voy a regalarles -al que no le guste el regalo, que lo diga o que lo devuelva cambiándolo por otro- uno de mis poemas.
En el libro donde está publicado se titula “Conjuro”, pero yo ahora mismo lo rebautizo, ya se llama “Mudanza”.
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