El aire la vela, vela. El aire la está velando

El aire la vela, vela. El aire la está velando
Parecen dormidas en el pajonal... pero no lo están.

23 jul 2012

A mi casa no vas má










El corazón de Dostoievski



Ya que estamos a punto de escribir nuestras propias novelas voy a hablarles un poco, lo poquito que sé, del hombre que hizo una obra extraordinaria con la materia de su vida, Fiodor Dostoievski-me sentí raramente orgullosa cuando recibí como regalo, en respuesta al post de la semana pasada, el saber que tanta gente está dispuesta a empeñarse en escribir una novela, trabajo que no necesita de genios -no hay demasiados Dostoievskis- sino de constancia, y que además, resulte lo que resulte de lo escrito, es sanador y protector de nosotros y nuestra memoria.

En los días vertiginosos de mi primera juventud -porque ésa es la edad de las tragedias del corazón -, yo leía con fervor a Dostoievski.

Lo leía de una manera diferente a como lo hacía con otros escritores: Proust, por ejemplo. Proust, en aquella época en que nada se ahonda, era como saborear un exquisito pastel, escuchar músicas delicadas, vestirse de princesa.

Dostoievski era lo oscuro del corazón, aunque yo ya podía percibir dentro de esa fatalidad la ingenuidad, la ternura de los "retratos" que pintaba, las personas que eran su materia, esas "pobres gentes" llenas de grandeza y de drama que tenían un aire de mi tierra latinoamericana.

Y como era para mí el momento de los grandes amores, yo estaba enamorada -además de un muchacho real que bien recuerdo- del protagonista de Crimen y castigo.






















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